Ya es primavera ¡y el polen está aquí!
La primavera es para muchas personas un auténtico calvario por padecer alergia al polen.
Según cálculos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), en España hay ocho millones de personas, aproximadamente, con esta afección, que puede llegar a limitar la rutina diaria habitual.
¿Qué es la alergia y qué es la histamina?
La alergia
es una respuesta exagerada de sistema inmune cuando entra en contacto con determinadas sustancias provenientes del exterior que identifica como «agresivas» y al entrar en contacto de forma repetida con el organismo dan lugar a la liberación de una serie de moléculas, una de las cuales es la histamina.
La histamina es el mediador químico más conocido de las reacciones alérgicas y es la causa de muchos síntomas alérgicos que se conocen, en caso de la alergia al polen: estornudos, picor de nariz, congestión nasal, lagrimeo, etc. Es decir, con todos esos molestos síntomas que acompañan a la rinitis alérgica.
Los antihistamínicos
Los antihistamínicos, como su propio nombre indica, funcionan bloqueando la histamina, haciendo que se produzca una menor liberación hacia la mucosa y la piel.
Antihistamínicos de 1ª generación
Los de primera generación van perdiendo importancia debido a sus efectos secundarios como alteración del ritmo circadiano y pueden provocar mucho sueño. Uno se los ejemplos más conocidos son: dexclorfeniramina (también comercializado como Polaramine) y ketotifeno.
Antihistamínicos de 2ª generación
Suelen tener bastante efectividad como: etirizina, loratadina, desloratadina, bilastina, ebastina, entre otros, pero especialmente la rupatadina, está considerado entre los mejores.
Corticoides nasales
Según estudio de The New England Journal of Medicine: los corticoides nasales son el tratamiento más eficaz que hay para el problema de la rinitis alérgica. "Los corticoides se pueden administrar por diferentes vías: tópica, nasal, oral o intramuscular/intravenosa. La nasal es muy habitual en los procesos alérgicos. Pautados en el tiempo, son muy beneficiosos y no tienen casi paso a vías sistémicas, por lo que no tienen los efectos secundarios que se asocian normalmente a los corticoides", indica la alergóloga.
Control médico del tratamiento
La doctorra Isabel Fernández de Alba, portavoz de la SEAIC, advierte que cada tratamiento se debe individualizar a cada paciente en función de su historia clínica, sus antecedentes personales y sus resultados alergológicos, ya que "cada uno de estos antihistamínicos guarda sus particularidades, incluidos peligros y contraindicaciones. Aunque su eficacia sobre la rinitis alérgica sea un común, algunos pueden suponer un problema, como la cetirizina, que tiene una eliminación disminuida en casos de insuficiencia renal; o la bilastina, que se ve afectada por la ingesta de alimentos."
"La mejor forma de valorar el tratamiento para un paciente es acudir a la consulta de Alergología".